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Si tuviese mi mano cerrada llena de verdades, me guardaría muy bien de abrirla. - Bernard Le Bovier de Fontenelle
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Filón de Alejandría
Enviado el Wednesday, 23 June a las 10:18:46 por Sabi
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Adryana escribió "Queridos Hermanos, buscando sobre Filón, me encontré con este escrito que está extractado de: "Todo Hombre bueno es lbre".
Me emocionó el modo en que se refiere a aquellos amados Hermanos Esenios.
Solo deseo que los disfruten tanto como yo.
Un fraternal abrazo
Adryana
Filón de Alejandría: De Todo hombre bueno es libre, 75-91.
"75. Y no sin noble descendencia está la Siria palestinense, habitada en no pequeña parte por la populosísima raza de los judíos. Algunos de ellos reciben el nombre de esenios, y su número excede de cuatro mil. Su nombre se relaciona, en mi opinión, aunque no con una forma pura de la lengua griega, con la palabra "santidad", pues son los adoradores más notables de Dios, y no mediante sacrificios de animales, sino por su resolución de mantener sus pensamientos en armonía con lo sagrado. 76. Lo primero que cabe mencionar es que estos hombres moran en aldeas, y evitan las ciudades debido al desorden e inmoralidad de los ciudadanos. Saben que al igual que una atmósfera insalubre ocasiona enfermedades, el contacto con otros hombres puede afectar a sus almas con resultados incurables. Algunos labran la tierra; otros practican oficios que favorecen fines pacíficos, con lo cual se benefician ellos mismos y sus vecinos. No acaparan plata y oro, ni adquieren grandes terrenos con la intención de explotar sus rentas, y se limitan a procurarse lo necesario para la vida. 77. Casi son los únicos hombres que adoptan una vida sin dinero ni propiedad voluntariamente más que por falta de bienes, y se consideran muy ricos, y con razón, porque tienen pocas necesidades y su contenido espiritual es abundante. 78. Entre ellos no hallaríais a nadie dedicado a la forja de flechas o jabalinas o puñales o cascos o corazas o escudos o cualquier arma o máquina ofensiva, ni a nadie que se entretenga en proyectos belicosos. Pero tampoco se entregan a obras pacíficas, tales que fácilmente puedan degenerar en mal, ni siquiera piensan en el comercio o el intercambio o viajes de negocios, puesto que renuncian a todo motivo de avaricia. 79. No hay un solo esclavo entre ellos; todos son libres y se rinden mutuos servicios. Condenan a los propietarios de esclavos no sólo como una injusticia que ultraja la igualdad, sino como una impía infracción de la ley natural, que engendró iguales a los hombres y los crió como madre y los hizo hermanos verdaderos, no de nombre, sino en realidad. Este parentesco común ha quedado anulado por la interesada y triunfante codicia, produciendo separación en vez de intimidad y enemistad en lugar de amistad. 80. La parte lógica de la filosofía, al ser innecesaria para alcanzar la virtud, la dejan a los discutidores, y la parte física, al sobrepasar la humana naturaleza, a los observadores de estrellas, salvo en lo que afecta a la existencia de Dios y al origen del universo. Pero en cuanto a la ética, le dedican intensamente sus pensamientos bajo la guía de sus leyes ancestrales, que el espíritu humano no pudo concebir sin inspiración divina. 81. En ellas se instruyen de manera particular durante el séptimo día de la semana y también en otras ocasiones. Porque consideran sagrado el séptimo día. En él se abstienen de cualquier ocupación, y se congregan en lugares sagrados llamados sinagogas, donde ocupan puestos según su edad, los jóvenes por debajo de los ancianos, dispuestos a escuchar con el decoro conveniente. 82. Entonces una persona lee los libros, y otra entre las más expertas se adelanta y da explicaciones en aquello que no es familiar, pues entre ellos, y siguiendo una costumbre muy antigua, la mayoría de las cuestiones son tratadas alegóricamente. 83. Se adiestran en piedad, santidad, justicia, deberes de los miembros de una familia y del Estado, conocimiento de lo que es verdaderamente bueno, malo e indiferente, elección de aquello que es recto y evitación de lo opuesto, según el canon y patrón triple, amor de Dios, amor a la virtud y amor humano. 84. Ofrecen innumerables ejemplos del amor de Dios: pureza ritual conservada de continuo y con perseverancia durante toda su vida, evitación de los juramentos y falsedades y el convencimiento de que la divinidad es el origen de cuanto bueno existe, pero no de lo malo. Del amor a la virtud: prescindir del afán de dinero, de honor y de placer; continencia, paciencia y, además, limitarse a contadas necesidades, sencillez, contento, ausencia de orgullo, respeto a la ley, estabilidad y cuanto sea del mismo carácter. Del amor humano: amistad, espíritu de igualdad, y común sistema de vida que excede de toda descripción, sobre el cual no resultará inoportuno decir unas palabras. 85. Ante todo, ninguna casa es propiedad particular de nadie, pero tampoco es común de todos, pues está abierta a los grupos que pueden vivir en ella juntos y recibir a quienes tienen los mismos ideales y llegan de otros lugares. 86. Hay un fondo que pertenece a todos, con gastos en común, vestidos en común y comida en común, porque consumen juntos los manjares, porque comparten el mismo techo, la misma forma de vida y la misma mesa, cosa que no se ha establecido con tanta firmeza en otras partes. Y ello no carece de motivo, pues la recompensa que reciben por su trabajo diario, en vez de reservarla para sí, como propiedad particular, la ingresan en el almacén común, del cual sacan lo que otros necesitan. 87. No se descuida a los enfermos aun cuando no puedan ganar. Tienen a su disposición en la reserva lo necesario para su cuidado, y pueden, por lo tanto, hacer generoso uso de ello sin vacilación. Los ancianos son tratados con reverencia y respeto. Se les atiende en su senectud como padres por sus propios hijos, sirviéndoles y atendiéndoles con liberalidad de mil maneras distintas. 88 Tales son los campeones de la virtud, producto de una filosofía que nada tiene que ver con las sutilezas de la terminología griega, pero que sugiere, como ejercicios laudables, prácticas que afirman una libertad ignorante de la esclavitud. 89. He aquí una prueba. En el transcurso de los tiempos surgieron en el país muchos gobernadores de diferente carácter y política... 91. Pero nadie, por muy cruel, traidor o hipócrita que fuese, pudo acusar al grupo de los llamados esenios u "hombres santos". Todos se inclinaron ante su nobleza y los trataron como autónomos y libres por naturaleza, elogiando sus comidas comunes y su sistema comunal de vida, en verdad extraordinario, que constituye la prueba más evidente de una existencia perfecta y muy dichosa"."
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