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- Bien por nuestra educación, el peso de la costumbre o simplemente por la tendencia natural de nuestro egoísmo, cada vez que tratamos de aproximar nuestro entendimiento a la comprensión de lo que el crisol de la experiencia humana intenta revelar ante nuestros ojos, solemos poner en marcha diversos mecanismos a nuestro alcance en la esperanza de hallar las respuestas a tantas incógnitas como dudas plantean nuestros corazones y mentes.
- Nuestro entendimiento nos habla de un gran sentido de responsabilidad por nuestros actos y esto hace que temamos equivocarnos puesto que ese error puede proporcionar dolor a otros en su trascendencia y al mismo tiempo, nos haría cargar con pesadas deudas que deberán ser subsanadas posteriormente y en ese noble deseo de no errar, nos entregamos a la oración como vía indiscutible por la que el alma trasciende la realidad física que le envuelve, a la búsqueda del amor que vivifica y de la sabia orientación de Dios Padre Creador, o de guías y tutores de los planos sutiles.
- Son muchas las veces, que en estas oraciones en las que se piden fortaleza para lograr el cumplimiento de nuestros deberes y sabiduría suficiente para poderlos reconocer, llevan en sí una gran carga de angustias, miedos, rencores, soberbias y hasta falta de fe; y son estas causas las que no nos dejan ser aptos para recibir aquello que estamos demandando ?aún cuando se nos está ofreciendo incluso antes de que lo pidamos?. Y es que nuestros miedos y egoísmos nos incapacitan haciendo de nuestras oraciones simples monólogos en los que se encuadran ?listas de peticiones o de quejas? y llegamos a ser tan absurdos que a veces incluso hacemos esa lista con imposiciones y exigencias ??.mientras estamos pensando en ellas enumerándolas? no nos permitimos a nosotros mismos oír las indicaciones que desde el Cielo nos pueden estar dando; y cuando concluimos nuestro ?monólogo con Dios? en el que le hemos expuesto muy seriamente los puntos de nuestra ?lista?, solemos dar por finalizada nuestra audiencia con Él y concluimos nuestra oración; con lo que ponemos nuestras mentes a objetivizar otros intereses y con ello nos distanciamos aún más de ese oír y sentir que el Cielo nos puede estar ofreciendo en respuesta.
- Pienso que debiéramos entender la oración en el diálogo con nuestro Creador y no en un monólogo; y tras exponer nuestros miedos, debilidades, anhelos e ignorancia; puede ser beneficioso crear en nosotros un estado meditativo en el que se produzca la receptividad a través ?del no pensar?, en el que cada parte de nosotros escuche, sienta y comprenda todo aquellos que desde el amor y por el amor, siempre nos fue ofrecido aunque yo nunca lo supe porque nunca me paré a sentir ni oír.
- Estamos tan acostumbrados a dirigir nuestra atención hacia los estímulos externos que nos rodean, que dejamos de oírnos por dentro, alejándonos de lo que a través de ese interior pudiéramos sentir de trascendente, de relación con cuanto forma parte de nuestra expresión de vida; a tal punto, que para saber si nos encontramos bien, debemos someternos a pruebas analíticas con máquinas, para saber lo que nuestra naturaleza debiera saber mejor que nadie; y esto ocurre porque hemos perdido la costumbre de observar en nuestro interior. Por esto es tan importante retomar ese contacto íntimo con nosotros mismos, con nuestra verdadera naturaleza, con la trascendencia natural de nuestras almas que pueden levantar el vuelo a través de esos estados meditativos, hacia los brazos acogedores de aquella realidad que sentimos propia y que solemos sentir tan distante porque hemos olvidado oír y sentir, atraídos por los estímulos externos y se hace necesario volver a nuestros silencios y las actitudes de entrega pues sólo así, es posible oír y sentir que el silencio nos habla desde lo más profundo de esa quietud ofreciéndonos respuestas, caminos a elegir e incluso reflejos e imágenes auténticas que aquello que albergamos en nosotros mismos y que no siempre queremos reconocer.
- Podría pensarse que esta práctica incita a las imaginaciones exuberantes a inventar ideas extrañas y alucinaciones; yo personalmente creo que el mejor antídoto para no caer en ese juego de invenciones, lo podemos encontrar analizando la propia naturaleza de aquello que sintamos, desechando todo aquello que no sea conducente al esfuerzo personal, al amor a nuestros semejantes, al cumplimiento con nuestros deberes y a la pura y simple razón, que siempre será compatible con los principios y enseñanzas expuestas en la obra de FCU.
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