En uno de sus libros
Juan Arias dice:
A todos aquellos que
se llaman ateos y que se han preguntado alguna vez ¿Dónde está tu Dios? les
envío esta respuesta que no intenta contestar con el catecismo en la mano porque
esa palabra les puede resultar vacía y adecuada a las dudas de su creencia.
Pero, sí quiero
decirles con mi respuesta que Él está allí donde también ustedes, como yo, lo
han tocado, pero sin percibir el roce de su presencia; donde han oído su voz aún
sin escucharla y donde también han vibrado ante su beso, sin descubrirlo.
¿Dónde está tu Dios?
Dios está en tu vida vacía. Es todo eso que desearías meter en ella para
llenarla.
Dios está unido a aquello que deseas eternizar. Dios empieza a latir donde tu
soñarías llegar.
Dios está en el latido virgen de cada nuevo ser.
Está en el agua que corre y en la hierba que crece.
Está en el manojo de vibraciones que recorre todo el ser de la mujer que acaba
de ser madre. En esa corriente de amor nuevo que va desde su hijo hasta el
hombre que lo hizo posible. Está en la dicha de esos dos amores que ahora siente
juntos e inseparables, de madre y esposa.
Está en la esperanza, sentida y añorada, de eternidad que te embarga cuando
besas por última vez la frente helada del ser que nunca pudiste imaginarte
muerto.
Está en todo lo que posees con gozo y en cuanto sueñas alcanzar.
Está en eso que sientes en tu carne cuando imaginas una dicha tan grande que te
crees incapaz de soportar.
Está en esa felicidad que te corre por las venas cuando ves estallar en el
prójimo una dicha que tú has engendrado.
Está en el gozo del bien que hiciste sin que se enterara nadie.
Está en toda belleza.
Está en todo gesto de amor.
Está en cada mano que se abre al bien.
Está en todo lo bueno que deseas para los que amas.
Está en ese trabajo que agota tu cuerpo pero que alientan tus hijos que esperan
pan, cultura y un futuro mejor que tu presente.
Está en ese descanso, más dulce que el mismo amor, de tu sueño no turbado por
una conciencia sucia.
Está en todo eso que no llamas Dios pero que te sientes tentado a adorar y de
fundirte en sus entrañas.
Está en el niño que juega con todo y que a todos tutea porque a nadie teme.
Dios está en esa fuerza misteriosa que nos mantiene vivos y nos impide
enloquecer después de las pruebas criminales de la vida y de ciertas amarguras
más crueles y trágicas que la muerte misma.
Dios está flotando siempre en el mar agitado de nuestra vida, nunca
completamente realizada, nunca plenamente satisfecha, nunca inmaculada, como un
lejano pero seguro salvavidas.
Dios está en lo que tú llamas ?destino? y yo ?providencia? y que se levanta cada
mañana más temprano que nosotros.
Dios está en el corazón de toda esperanza verdadera; y la esperanza puede
esconderse a veces, como las estrellas durante el día, pero nunca apagarse
porque es el reflejo de la luz del sol y el sol no muere porque es la luz de
Dios. Y Dios no cierra sus ojos a nadie. Si lo hiciera no sería el amor.
Por eso Dios está sobre todo ahí, donde calienta el amor.
¡¡Que Jesús esté con todos ustedes!!