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-Hace algún tiempo, un amigo me envió un cuento corto pero hermoso, que me gustaría compartir con quien la luz del cielo conduzca hasta aquí:
-Un hombre castigó a su hija de 5 años por desperdiciar un rollo de papel dorado para envolver regalos.
-Estaban muy mal de dinero y se molestó mucho cuando la niña pegó todo el papel dorado en una cajita que puso debajo del árbol de Navidad. Sin embargo, la mañana de Navidad, la niña le trajo la cajita envuelta con el papel dorado a su padre diciendo:
-"Esto es para ti, papá". El padre se sintió avergonzado por haberse molestado tanto la noche anterior, pero su molestia resurgió de nuevo cuando comprobó que la caja estaba vacía y le dijo en tono molesto: ¿"No sabes que cuando uno da un regalo debe haber algo dentro del paquete"?
-La niña se giró con lágrimas en los ojos y le dijo: "Pero papi, no esta vacía. Le puse besitos hasta que se llenó".
-El padre entonces, conmovido, abrazó a la niña y pidió que le perdonara su horrible manera de proceder.
-Un tiempo después, un accidente se llevó a la niña hacia otros planos y el padre conservó la cajita dorada junto a su cama por el resto de su vida.
-Cuando se sentía solo y desanimado, metía su mano en la caja y sacaba un beso de aquella hermosa niña y ese fue el aliento que le mantuvo firme, hasta que pudo reunirse de nuevo con ella.
-En un sentido muy cierto, todos nosotros los humanos, hemos recibido una cajita dorada llena de amor incondicional y muchos besitos de muy diversas naturalezas; de nuestros hermanos afines que nos guían, del día a día en la lucha por la subsistencia, del apoyo de la familia, de amigos... Sí, todos esos también son besos que pretenden enseñarnos algo hermoso abriéndonos la comprensión hacia conceptos más elevados (y no lo parece).
-Sin embargo nostros seres humanos cortos de luz en nuestro entendimiento, acostumbramos a perseguir sólo aquello que parece (y no es)
-Por eso, debemos abrir nuestra conciencia a lo que realmente (és) y tomarlo como el regalo mayor que se pueda recibir (aunque no lo parezca).
-Por lo que a mí respecta, ya he escrito mis pobres palabras; tú hermano-amigo tienes dos opciones... puedes:
-Uno: Hacer como que nunca lo leiste.
-Dos: Reflexionar sobre esta idea y dar gracias al cielo por cada instante de luz que puede convertirse en aprendizaje personal y en algo que compartir con los hermanos, como un beso imaginario que permanecía guardado en "una cajita con papel dorado" bajo el árbol de Navidad.
-A mí, este beso me tocó el corazón y como veis, opté por lo segundo.
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