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Cuando una puerta a la felicidad se cierra, otra se abre; pero a menudo vemos por tanto tiempo la puerta cerrada que no vemos la que se ha abierto para nosotros. - Helen Keller
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FOROS: EL CRISTO, INSTRUCTOR DE HUMANIDADES :: Ver tema - Para reflexionar.Cerró los ojos y tampoco pensó en Tí, Jesús
Para reflexionar.Cerró los ojos y tampoco pensó en Tí, Jesús
Publicado: Sat Sep 10, 2011 7:59 pm
izaza
Miembro
Registrado: Sep 11, 2004
Mensajes: 61
Ubicación: México
Ante los tiempos que vivimos...una reflexión a tiempo.
Jorge puso la silla encima de la mesa, se subió en ella, ató la punta extrema de su cinturón al tubo, pasó el otro extremo como un lazo por su cuello?
De todas las noticias del año, la que rompe el record de horrores es ésta, la historia de un niño de diez años que apareció colgado en un cuarto de su casa. Se llamaba Jorge. Era un niño normal, cuentan los vecinos. No tenía ninguna razón para hacer lo que hizo, aseguran sus padres. En la escuela no le había ocurrido nada extraño, informan los maestros.
Todo era normal. Pero aquella tarde, al regresar del colegio, subió las escaleras de su casa, empujó la puerta de su cuarto, llevó hasta el centro de la habitación aquella mesa donde hacía sus tareas, puso sobre ella una silla?
Tenía diez años, sólo diez años. Y era un niño normal. Hoy en día es fácil inventarnos como razón, una paranoia, un acceso de locura, una ráfaga de espanto, algo que tranquilizase a padres, curas, profesores y psiquiatras.
Pero, lo que sí es cierto es que el niño había preparado su muerte con la frialdad de un adulto. Sobre la mesa estaba esa carta que seguramente había aprendido en la televisión, esa carta que repite lo consabido: ?no culpen a nadie de mi muerte. Mi quito la vida voluntariamente?. Y luego, por toda explicación, dos únicas, horribles, vertiginosas palabras: ?Tengo miedo?.
¿Miedo de qué? Sus padres aseguran que su salud era buena; sus profesores, que nunca conoció un castigo; sus amigos, que jamás le oyeron quejarse de ninguna amenaza; su confesor, que no había sombras en su vida. Todos le creían un niño feliz. Nunca nadie había sospechado la existencia de motivos para esa escueta confesión: ?Tengo miedo?.
Tenía miedo. Ni él mismo hubiera sabido explicar claramente de qué. Pero estaba solo, tan solo como todos los niños encerrados en las cuatro paredes de esa infinita soledad que sienten los pequeños cuando no son amados, cuando no son suficientemente amados.
No tenía ninguna razón ?especial? para tener miedo. Sólo la que tenemos todos los que vivimos en un mundo hostil como éste. Sólo había visto cientos de horas de televisión y violencia. Sólo había oído decir docenas de veces a su padre que esta vida era una mierda. Sólo recordaba los gritos del abuelo cuando estaba enfermo: ¡Quiero morirme! ¡Quiero morirme! Sólo recordaba el llanto de su madre una noche en la que había ocurrido algo que él nunca pudo entender. Sólo era un niño que tenía miedo y estaba solo, tan radicalmente solo que nadie había percibido esta soledad.
No se acordó que diez años antes había estado encerrado en un seno, caliente, caliente, amorosamente protegido contra todas las espadas que le esperaban después, contra los diez años de frío que le llevarían a subirse a esa mesa y poner sobre ella una silla.
Sólo pensó que estaba solo y que, si decía esto a su padre, le contestaría: no digas bobadas. Y que, si se lo contaba a su madre, ella pretextaría un dolor de cabeza para no contestarle.
Nada pensó. Ni siquiera recordó la foto que sobre su mesilla le retrataba vestido de blanco con un rosario de nácar en las manos, recuerdo del no lejano día de su primera comunión, un día que se había parecido un poco a los nueve meses del seno de su madre, pero que había durado tan desesperadamente poco.
Tampoco se le ocurrió que la noticia de su muerte saldría en los periódicos. Jorge no leía los periódicos. ¿Para qué, si sólo hablaban de guerras y política, si eran una especie de espejo resumido de ese mundo del que trataba de huir?
Cerró lo ojos y tampoco pensó en Ti, Dios, Dios de las estrellas, de los hombres y de los niños. No se preguntó como ibas a recibirle, porque a ti no te tenía miedo. Dulce y extrañamente no le asustaba nada de lo que pudiera haber al otro lado. ¿No creía? Sí, creía como creen los niños, desde la evidencia. Sabía que si no existías, ya no podría haber ningún dolor al otro lado. Y que si existías y eras Dios, forzosamente tenías que parecerte al seno de su madre, tú no ibas a decirle ?niño, no digas bobadas?, cuando tratara de explicarte toda su soledad.
Cerró los ojos y golpeó el respaldo de la silla con la pierna derecha, y cuando la casa y el mundo se agitaron, se le escapó de la garganta un grito, un grito que no oyó nadie de la casa, pero que se quedó ahí gritando, aullando, enronqueciendo, taladrando los días y las noches, acusando, acorralando a un mundo que cree que es hermoso y racional y profundo y perfecto, pero en el que los niños, no logran ser felices.
Lo escribió José L. Martín Descalzo.
Que Jesús este siempre en todos nosotros. izaza.
EL NIÑO SOLO EN SU ANGUSTIA.
Publicado: Fri Feb 17, 2012 10:53 pm
carlosalejandro
Moderador
Registrado: Jun 13, 2004
Mensajes: 199
Ubicación: Argentina
QUERIDO HERMANO IZAZA:
EL RELATO ES ESTREMECEDOR POR SUS VERDADES INAPELABLES Y TERRIBLES. ESTE NIÑO SUICIDA SIN CAUSAS APARENTES, ES UN DEDO ACUSADOR BLANDIDO CONTRA UNA SOCIEDAD MUY ENVILECIDA Y CORRUPTA. ANTE ESTA REALIDAD, EL AMOR NO TIENE CABIDA Y SIN AMOR, LA VIDA ES UNA LARGA AGONÍA, TÉRMINO QUE SIGNIFICA LUCHA SEGÚN LOS GRIEGOS. LA LUCHA POR PROLONGAR LA VIDA MATERIAL. ¡CUANTO MEJOR HUBIERA SIDO PARA EL SER TERRESTRE, OBEDECER LA LEY DIVINA INSCRIPTA Y LLEVADA A CABO HASTA EL FIN POR EL DIVINO MAESTRO!
NUESTRO PENSAMIENTO HECHO ORACIÓN PARA EL ALMA DE ESE NIÑO LLENO DE MIEDO ANTE UNA REALIDAD CRUEL. PAZ ESPERANZA AMOR.
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