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Festejemos intensamente la navidad sin que las fiestas nos oculten al único Protagonista de estas fechas: Jesús.
Me permito compartir con ustedes esta reflexión navideña:
?En esta temporada, más que nunca, todos observamos tu imagen de recién nacido en el pesebre navideño. Pero a mí, cada vez que lo hago, me invade una sensación de asombro al pensar que hayas querido descender a este mundo como uno de nosotros.
Y, me pregunto: ¿Cómo Tú, que todo lo puedes, pudiste venir a este mundo en un ser tan pequeño y frágil como los es cualquiera de nuestros hijos cuando nacen?
Al igual que para muchos padres, mi hijo es lo más preciado que he recibido de tus manos y cuando llegó a mi vida también entendí en carne propia por que decías que los niños son lo más grande. Comprendí que un niño es más que un hombre, porque sus ojos aún tienen la luz de tu pureza y porque su piel aún huele a paraíso.
Sé que sus juegos traen memoria de tu Casa, sé que vive en su risa el sonido de tu voz, y cada mañana, cuando veo a mi hijo subir y bajar por todas partes sé que con ello Tú estás en nuestra casa.
Cuando veo sus inocentes travesuras, pienso en mi corazón ya maduro y descubro que el tiempo va acumulando cansancio sobre mi alma de hombre y, con nostalgia, al verlo jugar, reírse y cerrar sus ojos con una sonrisa, me pregunto a mí mismo: ¿en que esquina del tiempo perdí esa naturalidad y esa alegría?
Cuando al fin se duerme por la noche y su madre lo arropa contra el frío, sé que somos nosotros, los que estamos cargados de años, quienes precisaríamos que Tú nos arropes con tus manos de Padre.
Por eso ante el pesebre navideño hoy quisiera rezarte más por mí que por mi hijo, rezar por cuantos hemos perdido la naturalidad y la alegría, por quienes no cabemos por la puerta pequeña que conduce a tu Reino.
Te ruego, Señor, que conserves siempre en su alma al niño que hoy es. Que aunque crezca entre luchas como he crecido yo, mantenga su frescura y sencillez de niño, y que mi corazón se vuelva limpio como lo es el suyo.
Que cuides de sus pequeñas manos, que hoy tocan inseguras por primera vez muchas cosas, para que siga siempre tocando con atención y afán de sentir así todas las cosas.
Que conserve su gozo, que en su alma detengas los años, que crezca como Tú, sin dejar de ser niño.
Y que su vida entera sea fresca y alegre como este tierno Niño Jesús ante el que hoy te rezamos.
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