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Quien ama a Jesús tiene puesta en Él su esperanza, conoce y acepta su propia debilidad, no se fía de lo propio y reconoce y acepta con alegría que todo lo que posee lo ha recibido de Dios.
La humildad no consiste en el desprecio de uno mismo, sino en el olvido de sí mismo y en la preocupación sincera por los demás.
Los mayores obstáculos que el alma encuentra para seguir a Jesús y para ayudar a otros tienen su origen en el desordenado amor de sí mismo, que nos lleva a sobrevalorar nuestras propias fuerzas.
La soberbia se manifiesta frecuentemente en un monólogo, en el que los propios intereses se agrandan y el yo siempre sale enaltecido.
El olvido de sí es una condición para la santidad. Junto a la oración debemos ejercitar la virtud de la humildad en nuestros quehaceres cotidianos? siempre.
No estemos excesivamente pendientes de las cosas personales: la salud, el descanso, si nos estiman o si nos aprecian? Procuremos hablar tan poco como nos sea posible de nosotros mismos.
Aceptemos la contradicción sin impaciencia, sin malhumor, ofreciéndola con alegría a Jesús; procuremos pasar por alto los errores de otros, disculpándolos, y ayudémosles con dedicación y caridad a superarlos.
Aceptemos la corrección, aunque nos parezca injusta; cedamos en ocasiones a la voluntad de otros; procuremos evitar siempre la ostentación de cualidades, bienes materiales, conocimientos? aceptemos ser menospreciados, olvidados o no consultados en aquella materia que nos consideramos más experimentados.
NO BUSQUEMOS SER ADMIRADOS Y ESTIMADOS.
Seamos pacientes con los defectos propios y reconozcamos que no hay nada bueno en nosotros que no provenga de Él, que lo personal es el obstáculo que estorba para que el Espíritu Santo nos llene con sus dones.
Que Jesús esté en nosotros. izaza.
Publicado: Fri Oct 31, 2014 4:22 am
Mathias
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Registrado: Nov 06, 2002
Mensajes: 4
Ubicación: Rosario - Argentina
Excelente reflexión. En verdad, lo he leído muchas veces. Un cordial abrazo.
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