"AMA A TU PRÓJIMO COMO TE AMAS A TI MISMO"
¡Y Pedro no se apartó ni un solo día de aquel Mandato Divino de Su Divino
Maestro, en todo el tiempo que Él, incansablemente, pisó esta tierra ni aún
después de haberle visto partir a Su Reino De Luz, aquella tarde de la
despedida, a las orillas del Mar de Galilea!
¡Grande fue tu dolor de aquella hora Pedro, y cuan grande se había ensanchado tu
corazón a la vista de todos aquellos seres que le habían amado y seguido a Él,
que les esperaba en aquellas amadas orillas, para despedirse con un… ¡HASTA
SIEMPRE!
Y fue Pedro, el Apóstol del Cristo, que agobiado por aquella honda angustia
moral de haberle negado, se tiró entre el césped a llorar desesperadamente
sumergido en las tempestades de su mundo interior. ¡Angustia moral que solo las
almas nobles y justas pueden sentir! Y El Maestro, tú Maestro y Señor, se
"acercó a ti sin ruido y te envolvió en una suave frescura". ¡Sí Pedro! ¡Era ÉL
y le viste! ¡Era ÉL que sintiendo todas las borrascas de tu mundo interno, por
lo que sentías como una espantosa negación, aquella noche de horror y de
espanto, aún te prefería con Su delicada ternura.
-"¡Pedro!... ¿Me amas? Te preguntaba con su voz sin ruido la visión…
-"¡Oh, Señor!... ¡Tú sabes que yo te amo aún cargado con la infamia y la
iniquidad!...
-"No es hora de llorar sino de realizar mis obras de amor"
¡Y fue Pedro, fiel seguidor, siempre, del mandato de su Maestro y Señor!
……………………………………………
Volvamos a leer éstos párrafos que nos permiten "sentir" a nuestro amado Pedro,
en la Obra:
CUMBRES Y LLANURAS - LOS
AMIGOS DE JHASUA
Capítulo: "EL APÓSTOL PEDRO"
…"Durante los años que el Apóstol Pedro vivió al lado de su adorable Maestro, su
alma era como un vaso de agua cristalina que rara vez se agitaba y que nunca se
ponía turbia. Un rayo de sol la traspasaba dándole el colorido vivo de su dorado
resplandor. El alma sencilla y noble de Pedro descansaba en Él y para Él.
No conoció complicaciones, ni problemas, ni tormentas.
Una brisa primaveral impulsó con mansas olas su barquilla de blancas velas.
Pero cuando el Piloto insustituible desapareció de su vista, a Pedro le preció
que el mundo se volvía al revés y hasta creyó presentir que todo el universo se
desquiciaría y que un espantoso caos vendría como lógica consecuencia del crimen
estupendo, único, sin que nada le igualase en maldad, en perversidad. Y fue
entonces que terminó de golpe la infancia tranquila y dulce del alma de Pedro
para pasar de un salto a la madurez, donde la incertidumbre, las vacilaciones,
el recelo, la desconfianza, el temor, comenzaron a plantearle problemas y
complicaciones, huracanes y tormentas que era necesario afrontar serenamente y
vencer.
Y la voluntad unánime de sus hermanos lo habían puesto a él… ¡tan luego a él!
¡como en reemplazo y sustitución de aquel Piloto insustituible!...
Toda una luna larga y pesada le duró a Pedro el atolondramiento desde que le vio
desaparecer para siempre en aquel ocaso inolvidable junto al Mar de Galilea.
Y no bien hubo vislumbrado su espíritu un resquicio de claridad en la tiniebla
que se había hecho en su vida, un hálito de calor y de vida en aquel frío de
sepulcro y de muerte que le rodeaba, su primera súplica al amado Señor que se
había ido a su Reino dejándolo tan solo fue ésta:
-¡Señor!... ¡Maestro mío!... ¡Hazme capaz de amar a mis hermanos como Tú nos
amaste a todos!... ¡Solo así podré ocupar sin espanto tu lugar en medio de
ellos! ¿Señor!... ¡Hazlo conmigo así por piedad de todos los que has dejado como
hijos sin padre, como ovejas sin pastor!...
-¡Que sea yo capaz de amarles con tu mismo amor, con tu mismo corazón!... ¡Si
así no lo haces Señor, no podré ser tu piedra angular, tu cimiento, el
fundamento de tu Obra, Señor, porque reconozco no ser más que un grano de arena
en la inmensidad del desierto de esta vida!....
Y el dolorido Pedro se doblaba sobre las lozas de piedra del pavimento de su
alcoba y lloraba hasta quedar desfallecido y sin fuerzas nada más que para
clamar: ¡Señor… mi Señor!...
Pero una tarde… ¡oh, que tarde aquella!... El sol se hundía en el ocaso y la
alcoba de Pedro en la casona de la orilla del mar de Galilea, se sumía
lentamente en las penumbras del anochecer.
El apóstol repetía llorando su oración habitual. ¡Su alma no sabía decir otra!
Su voz no acertaba a decir nada más, ni había en su corazón otro clamor sino
éste, desde que tuvo la certeza de no tener al Maestro a su lado y de que sus
hermanos lo habían designado en solemne asamblea para ocupar su lugar.
¡Su clamor fue interrumpido de pronto por una invisible presencia que llenaba su
alma de paz y de vida!
Y al levantar del pavimento su faz inundada de llanto vio al Maestro ante él que
le tendía las manos y le abría los brazos en un supremo anhelo de estrecharlo a
su corazón…
¡Y Pedro fue hacia Él y dejó caer su cabeza blanca entre aquellos brazos que lo
llamaban, sobre aquel pecho sereno, santuario de la divinidad!
Y allí Él le dejó de llorar hasta que su llanto se agotó, se esfumó en esa
divina y santa alegría que han llamado éxtasis, ¡ventura suprema, pasión
completa de Dios en un instante de inefable comunión con Él!
Y la esplendorosa visión sólo le dijo estas palabras:
"En verdad te digo que amarás a tus hermanos tanto, que querrás morir como Yo
para darles la vida eterna de dicha y de amor ".
…"Y como poseído de una fuerza nueva comenzó a visitar todos los hogares donde
había discípulos del Señor, y volviendo luego al Palacio Henadad, trató de
inducir a los que aún quedaban de los más íntimos que no habían determinado con
precisión el país o donde debían dirigirse, que lo hicieran cuanto antes."
…"Nadie conoció como Pedro toda la tremenda tragedia que ha quedado perdida en
el silencio y en la sombra que envolvió como en un manto de tiniebla
impenetrable a la mayoría de los discípulos íntimos del Cristo"
…"Y fue Pedro el confidente de todas las angustias y zozobras, vacilaciones y
dudas que se agitaron como alas fatídicas de terror y espanto sobre la grey del
Maestro."
"¿No le había pedido a él que lo hiciera capaz de amar a todos sus hermanos como
Él les había amado? ¿No se lo suplicaba llorando en todas sus plegarias de
aquellos primeros años?"
"Y tan completamente se lo concedió Él, que Pedro no tuvo sosiego ni descanso de
día o de noche cuidando la vida de todos los que su Maestro le había confiado"
………………………………….
…"Y cuando en diez años largos consiguió el Apóstol Pedro poner a salvo a todas
las
golondrinas del Señor, según él decía, creyó llegada la hora de pensar en
sí mismo, pero antes tenía otro sagrado deber que cumplir : visitar antes de
partir a la madre augusta de su Maestro y Señor."
Allí en Nazareth, permaneció con ella durante dos semanas.
………………………………………
¡Amado Pedro, te entregaste por entero, con voluntad absoluta y firme, a la
siembra del Ideal de Amor Fraterno del Divino Maestro!
¡Que seamos capaces, todos, como lo fuiste tú Pedro, Apóstol del Cristo, de amar
a nuestros hermanos como Él nos ama, siempre!
Les dejo un amoroso abrazo fraternal, junto a estas palabras del Divino Maestro
que en aquella hora lejana, dijera a Pedro, y que nos sirvan en esta hora de
aliento y reconforten nuestros corazones, en el silencio de la meditación e
introspección.
"En verdad te digo que amarás a tus hermanos tanto, que querrás morir como Yo
para darles la vida eterna de dicha y de amor ".