biografía de la autora#

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La autora, Doña Josefa Rosalía Luque Álvarez, nació en Villa de Rosario, provincia de Córdoba (Argentina), el 18 de marzo de 1.893 y desencarnó el 1 de Agosto de 1.965.

 

¡TODO CANTA A DIOS!

Oíd allá en el bosque, meciéndose en las frondas,
La tórtola que arrulla, la alondra, el ruiseñor

Preludian sus cantares
Con trinos melodiosos.
Apenas el oriente se tiñe de arrebol.
¿Qué cantarán las aves,
Qué dicen en sus trinos
Ocultas en la umbría cuando aparece el sol?

¿Serán quizá las rimas
Que expresan sus amores
o acaso la plegaria que elevan al Creador?

Orquesta de huracanes
Y nube enrojecida
Por ráfagas de fuego, eso es la tempestad;

Gemidos de violines
El viento en la arboleda
Y trémolos de flautas, el fresco manantial.
Grandiosa sinfonía,
Concierto formidable
Ya manso, ya bravío, modula el ancho mar;

Y es música el balido
De las majadas mansas
Que en busca de la fuente por las praderas van.

Es música el zumbido
Que exhalan las abejas
Bebiendo de las flores el néctar que da miel;

Es cántico el del agua
Saltando entre las piedras
Y hasta en las tumbas cantan las ramas del ciprés.

Hay música en el ruido
De las abiertas alas
Del cóndor cuando surca la vasta inmensidad;

Y canta la alameda
Cuando el céfiro la agita,
Y canta la hoja seca que el viento hace rodar.

Y en el reír del niño
Vibrante de alegrías,
Y en el reír del joven vibrante de ilusión
Hay música, lo mismo
Que en el sollozo mudo
Del viejo que ha agotado
La copa del dolor.
Y todos son acordes,
Y todo es armonía
Y arpegios y sonidos y eterna vibración;
¡Es la oración perenne
Que al Infinito ofrendan
Los mundos y los seres que forman su Creación!

* * * * * * *

 

 

¡COMO MI RAN TUS OJOS... SEÑOR!

¡Cómo miran tus ojos!...
¡Cómo miran, Señor,
Cuando en honda oración te encuentra el alma.

Que busca tu calor!

¡Señor, tus ojos miran
Como una suave luz
Que parece venir desde muy lejos...
Más allá del azul!

¡Cómo miran tus ojos
Buscando el corazón
Que solloza en las sombras de la vida
Temblando de pavor!

¡Cómo miran tus ojos
Y sonríe la paz
Cual caricia de ángeles muy blancos
Que vienen y que van!

¡Cómo miran tus ojos
Con viva claridad
Cual si fueran estrellas encendidas
Con luz de eternidad!

¡Y el alma canta a gloria
Con tu mirar, Señor!...
¡Porque irradian tus ojos cuando miran
Un infinito amor!

¿Quién no busca tus ojos
En la inmensa quietud
De la oración en que se absorbe el alma
Buscando plenitud?...

¡Qué piedad en tus ojos,
Qué ternura, Señor,
Cuando el alma llorando sus congojas
Te cuenta su dolor!

¡Cuando miran tus ojos
El alma siente a Dios
Que la inunda de paz y de esperanza,
Que la inunda de amor!

¡Es que son tus miradas como besos,
De un fuego vivo que se enciende más
Cuando el alma se olvida de sí misma
Y sólo sabe amar!.

* * * * * * *

 

 

¡NO TE VAYAS, AMOR!

¡No te vayas, Amor, aunque a la Tierra
Inundada la veas de maldad,
De venganzas, de crímenes, de odio
Como nunca la vieras en verdad!

No te vayas, Amor, aunque los hombres
Blasfemen como necios contra Ti!..
¿Saben ellos acaso lo que dicen
Sumergidos en loco frenesí?

No te vayas, Amor, porque la Tierra
Convertida se encuentra en un erial
Donde no encuentras los serenos huertos
De frescura, de amores y de paz.

Es verdad que los hombres te olvidaron
Y al dios oro llevaron al altar,
Y rompieron las cuerdas de tus arpas,
Que arrojaron con furia al muladar.

Es verdad que de Ti tan sólo queda
Flotando en el espacio tu cendal,
Tejido con las ansias del que busca,
Entre tantas tinieblas, claridad.

¡No te vayas, Amor, aunque tus fuentes
El hombre de esta Tierra envenenó
De lascivia, traiciones y venganzas,
De cuanto mal para su mal sembró!

Es verdad que las madres olvidaron
Su misión de guardianas del pudor
Y sonrientes dan paso a la avalancha
Que arrasará su huertecillo en flor.

Es verdad que las vírgenes perdieron
El pudor, su defensa natural;
Y arrojaron al fango la diadema
Tejida con capullos de azahar.

Es verdad que los jóvenes se hundieron
En la búsqueda incauta de placer
Y apagaron la luz de los ideales
Y extinguieron la antorcha de su fe.

Es verdad que es un caos esta Tierra
Y un fantasma la humana dignidad
Y es un mito el honor del hombre justo
Y se viste de harapos la lealtad...

Es cierto que los hombres han manchado
De lodo y sangre hasta el sagrado altar,
Donde se ungen las almas consagradas
A decir a los hombres la verdad.

Es muy cierto que triunfa la mentira
Y de gloria se cubre al impostor...
Es verdad que se ultraja a la inocencia
Y el crimen se reviste de esplendor...

¡No te vayas, Amor! ¡Oh, no te vayas
Aunque todo este horror sea verdad!...
¿Qué sería del triste peregrino
Que buscándote siempre morirá?

¡No te vayas, Amor, aunque las fieras
Hayan hecho de todo un lodazal,
Que acaso quedará entre la jauría
Algún pájaro azul para cantar!

¡No te vayas, Amor, aunque los cielos
Tiñan de sangre su sereno azul,
Que algún mártir habrá que te reclame
Aunque sea clavado en una cruz!

¡No te vayas, Amor, aunque tus arpas
Estén mudas, colgadas de un sauzal!...
¡No te vayas!... ¡Que siempre alguna mano,
A escondidas sus cuerdas pulsará!

¿Dónde su lumbre encenderá el viajero,
En qué agua clara apagará su sed?...
¿Qué dulce estrella alumbrará su paso,
Por qué sendero llevará su pie?...

¿Qué fresca brisa soplará en su vida?
¿Qué llama suave alumbrará su hogar?
¡Si te escondes, Amor, le das la muerte,
Y es la vida una muerte si te vas!...

¡No te vayas, Amor, y dejes sola
A tu dulce elegida, la virtud,
Arrastrando a lo largo del camino
El peso de su angustia y de su cruz!

Vive soñando que contigo alienta
¡Se siente fuerte si te siente a Ti!...
Va corriendo sobre ásperos guijarros
¡Cual si fueran las flores de un jardín!

¡No te vayas, Amor!... ¡Oh, no te vayas
De esta Tierra cargada de dolor!...
¡Espera un día más, que acaso sea
El que florezca para Ti de Amor!...

* * * * * * *

 

 

¡SEÑOR! ... YO VENGO A TI

Al ver que muere la penumbra de oro
Entre pálidos velos de zafir,
Corto aprisa las redes de la vida
Y buscando consuelo vengo a Ti.

Me fatiga el dolor de las criaturas,
Me atormenta su honda incomprensión,
Sus afanes por míseros placeres;
Y Tú esperando sin quejarte... ¡Amor!

Cuando a solas me encuentro en el Santuario
Donde a los que amas les esperas Tú,
Descanso en Ti mi carga de ansiedades...
Y en blancas rosas se tornó mi cruz.

No vibra el alma si no está contigo;
Es penoso arrancarse a tu festín;
A tu lado las horas son tan breves
Que siglos pasaría sin sentir.

Son de acero las redes que en la Tierra
Nos aprisionan a las cosas mil
Que entorpecen sus vuelos a las almas
Que no viven, Señor, más que por Ti.

Hasta la dulce soledad tranquila
Donde siempre te espera el corazón
Llega a veces rugiente la borrasca
Que arrastra a los incautos al turbión.

¡Sálvame, Amor, de la inconsciencia obscura,
Que no quede mi lámpara sin luz!
Es de noche en la Tierra si estás lejos,
Es incierto el andar si faltas Tú.

Todo mal se desborda en este mundo
Como un torrente que no tiene fin.
Yo no quiero ahogarme en ese cieno
Y es por eso ¡oh, Señor! Que vengo a Ti.

Y me siento segura si a tu lado
Me he refugiado con creciente afán,
Fortaleza de roca es tu presencia
Y ternura infinita es tu piedad.

¡Dulce Amor que me buscas si te busco
Y que todo te das si vengo a Ti;
Te quedas con mis penas cuando lloro
Y todo tu esplendor me das a mi!...

Yo vengo a Ti cuando se muere el día,
Y vengo a Ti cuando clarea el sol
A buscar tu palabra, que me dice:
"El fiel de tu balanza es el amor".

Yo vengo a Ti cuando la luna riela
Como un disco de plata en el azul
Y clavo la mirada en sus cendales
Porque sé que hasta en ellos estás Tú.

Vengo a Ti cuando ruge la tormenta
Y rompe su cadena el huracán,
Y no más al pensarte estás conmigo
Deshojando los lirios de tu paz.

Yo vengo a Ti cuando la duda asalta
Cual pirata mi alcázar interior,
Y escucho que le manda la voz tuya:
No des un paso porque velo yo".

Yo vengo a Ti cuando mi fe vacila
Sacudida por recia tempestad,
Y tu voz llama al alma que se aduerme
Como un niño cansado de llorar.

¡Señor, que acallas los dolores grandes
Y coronas de paz el corazón!...
¿Qué poder sobrehumano tienes, dime,
En la magia divina de tu voz?

Y te busco en la luz de las estrellas
Que bordan jeroglíficos sin fin,
Siguiendo de tus órbitas el rumbo
En un campo infinito de zafir.

No comprenden a veces las criaturas
Del alma que te busca, la ansiedad;
Ni aciertan el porqué de sus angustias
Cuando dejan de ver tu claridad.

Es verdad que hay bellezas en la vida
Que son un prisma de colores mil;
Mas para el alma que te halló en su senda
Nada supera a lo que encuentra en Ti.

¡Señor... yo vengo a Ti!... Si las praderas
De sus flores me dan el esplendor,
¿A dónde he de llevarlas, si no al ara
Donde el alma te encuentra en la oración?

¡Todo eres Tú, Amor de los que te aman,
Clara fontana de ternura y paz,
Estrella del cansado caminante,
Libro abierto que enseña la verdad!

Llega el dolor con su cortejo oscuro
Llega helada también la decepción,
Mas todo ello resbala sobre el alma
Que en su eterno camino te encontró.


Todo eres Tú para el que te ha buscado
Con ansias de beber tu clara luz,
Y te sigue incansable aunque lo lleves
A morir en lo alto de una cruz.

Que la muerte es un éxtasis contigo
Y esplendores de aurora y arrebol,
Es pasar de un oscuro calabozo
A las moradas de radiante sol.

Es un canto nupcial que no termina,
Es un abrazo que se estrecha más;
¡Morir por Ti, Señor, es confundirse
Con la Eterna Armonía Universal!

* * * * * * *

 

 

¡SEÑOR!... ¡EN TI CONFIO!...

¡Confío en Ti cuando la duda airada
Como un dardo me hiere el corazón,
Y cuando llega la tristeza helada
Confío en Ti, Señor!...

¡Cuando las rosas del amor se mueren
Agostadas por recio vendaval,
Confío en Ti, Señor, que si Tú quieres
Ellas revivirán!...

¡Los cardales silvestres de la vida
Sus espinas me clavan con furor,
Y mi alma temblando estremecida
Confía en Ti, Señor!

Yo sé que en tu presencia toda amores
Nada falta al vehemente corazón;
Frescura de agua clara, luz y flores
Resplandecen en todo su esplendor.

¡Yo bien sé que tu amor vigila atento
Sobre esta chispa que de Dios surgió,
Y es por eso que en todos mis momentos
Confío en Ti, Señor!...

¡Aunque en sombras de muerte yo camine
Doblada de cansancio y de pavor
Tú serás quien mis pasos ilumine
Y el que llene de paz mi corazón!

Tú serás el que guíe mis andanzas
Por todos los caminos... ¡oh, Señor!
Ya llevando en el alma la esperanza
O la cruel y tenaz desolación.

¡Confío en Ti cuando camino a ciegas
Entre arenales que calcina el sol!...
¡Tú me das en las dunas o en la vegas

De tus aguas el fresco surtidor!
¡Confiaré en Ti aunque sin pan ni techo
Me viera abandonada en un erial!...
¡Del seco arroyo el pedregoso lecho
Convertirás en pan!...

¡Hasta en la entraña de la roca viva
Abrirás un refugio para mi
Y si va mi barquilla a la deriva
En la espuma del mar me harás vivir!

Dame Señor que pueda prometerte
Esta firme confianza hasta morir.
¡Y que nada, en la vida ni en la muerte
Me separe de Ti!

Y que todas mis grandes alegrías
Lo mismo que el más íntimo dolor
Sea un himno de eternas armonías
Desglosado a tus plantas, ¡oh Señor!
............

Y que sean mis lágrimas cual perlas
Que en amor se diluyan junto a Ti...
¡Y que puedan tus manos recogerlas
Y por todos los mundos esparcir!

* * * * * * *

 

 

LA PLEGARIA DEL PERDÓN

¡Llena, Señor, mi alma de perdones!
Que quiero derramar
Sobre todos aquellos que en la vida
Me hicieron sufrir más!

El desamor de los amados duele
Como herida profunda al corazón
Y quiero perdonarlos
Muchas veces, Señor!...

Que no pierda mi paz por sus olvidos,
Que para ellos florezca siempre igual
La misma ternura
Cual blanco rosal!

¡Llena, Señor, con los perdones tuyos
El vaso frágil de mi corazón!
¡Perdónalos, Señor!... Yo los perdono
Y es ésta mi oración!

La oración del amor que sólo sabe
Amar y perdonar!...
¿Y no fue acaso la plegaria tuya
Señor al expirar?

La oración es la queja que del alma
Se escapa en los momentos de dolor
Y olvidando sus propias ansiedades
Sólo dice: ¡Perdónalos Señor!

La oración es el llanto que del alma
Va rodando en silencio ante el altar,
Como pétalos blancos que cayeran
De un oculto rosal!

Yo te ofrendo, Señor, lágrimas mudas
Que vierte estremecido el corazón
Cuando ve cómo mueren los afectos
Que fueron su ilusión!...

¡Recíbelos, Señor!... Son la corona
Que deposito a tus sagrados pies,
No tengo sino llanto en esta vida
¡Oh, Señor!... Ya lo ves!

* * * * * * *

 

 

SALÍ A SEMBRAR ROSAS...

Salí a sembrar rosas...
Volví enamorada
De todas las rosas que el Cristo me dio...
¡Las unas pintadas
De púrpura vivo,
Las otras rosadas
Y algunas vestidas de níveo color!

Salí a sembrar rosas
Y encontré floridos
Los místicos huertos que el Cristo me dio.

¡Cuánto he bendecido
Su mano divina!
¡Cuánto he recogido
De lo que Él sembró!

Sagrados rosales del amor del Cristo
Traigo en mi retina
Cual una visión
Tejida de gasa sutil, diamantina,
Bordada de rosas como una ilusión!...

Los pájaros cantan entre tus rosales
Salmodias sagradas,
Conciertos de amor...
¡Como si un enjambre de místicas hadas
Prendieran sus arpas de cuerdas doradas
En las verdes ramas
Del rosal en flor!...

Todo ha florecido
Señor, en tu huerto,
Todo está dorado por rayos de sol,
No hay retoños muertos,
Ni flores marchitas,
¡Todo resplandece con luz de arrebol!

* * * * * * *

 

 

¡UNA VEZ... NADA MAS!...
(Meditación)

Una vez nada más se entrega el alma
Con la dulce y feliz renunciación
Del que todo lo da y nada espera
¡Sino sólo el Amor!

Una vez nada más se abre en el alma
La flor divina del Eterno Ideal,
Que le dice al oído suavemente,
¡Ya nunca... nunca volverás atrás!

Y florecen entonces los rosales
En un glorioso amanecer de sol...
Y en el místico huerto las campanas
Tocan a fiesta para el corazón!...

Y se encienden las lámparas votivas
Que ningún vendaval puede apagar...
Encendiólas el alma al entregarse
¡Una vez, nada más!...

¿Por qué el alma se entrega en holocausto
Con la dulce y feliz renunciación
Del que todo lo da y nada espera
Sino sólo el Amor?

Porque un día sintió que la subían
Más allá de los velos del azul
Donde todo lo efímero se apaga
Entre el incendio de la Eterna Luz.

¡Porque un día escuchó las melodías
De una voz que en la Tierra nunca oyó!
Más dulce que el cantar de las alondras
Mucho más que el cantar del ruiseñor!...

Y esa voz, en silencio tan profundo
Cual si nada existiera junto a sí
Desgranó como perlas sus palabras:
"El ideal que tú buscas está en Mí!"

"Soy la estrella polar para tu senda,
Soy fresco manantial para tu sed...
Soy saciedad de la esperanza tuya
Y eterna realidad para tu fe!"

Y el Cristo del Amor y la Esperanza
Con sus brazos abiertos esperó,
Que aquella alma feliz que le buscaba
Se entregara en total renunciación!

No comprenden los hombres la vehemencia
Del alma que escuchó tal vibración
De ese Amor Soberano que la arrastra
Hacia una inmolación.

No comprenden los hombres que es "más fuerte"
El Amor que la muerte!... ¡Mucho más!
¡Que no todas las almas han llegado
A la santa locura del Ideal!...

Les da vértigo el vuelo de las águilas,
Les asusta el afán de un más allá ...
¡Es feliz la torcaza con su nido! ...
¡Es feliz el e o cuyo en el rosal!...

..............................................

¿No era Teresa de Jesús dichosa
En el claustro feliz de su niñez,
Entre los brazos de su amante padre
Unido a ella por la misma fe?...

Y aquel Juan de la Cruz ¿no era dichoso
En el hogar tranquilo en que nació?
¿Por qué se aventuraron a lo incierto,
Y al oprobio, a la cárcel y al dolor?...

Los mártires de Cristo hablan muy alto
En los archivos del Eterno Amor;
Mas no todas las almas han llegado
A la heroica y total renunciación!

¿Por qué Elías Profeta bajó al llano
Y enfrentó con Acab y Jezabel?
¿Qué le faltaba en el retiro austero
De su vida de estudio en Israel?...

¿Por qué Juan el Bautista ha descendido
De las áridas cumbres de Moab;
Y su palabra, llamarada ardiente,
Prende fuego en los bosques del Jordán?

¿Y por qué Juana de Arco, pastorcilla,
Dejó el rebaño y se lanzó a la lid,
Arrastrándolo todo, honra y vida,
Hasta la hoguera donde fue a morir?

..............................................

iOh!... No entienden los hombres la vehemencia
Del alma que escuchó la vibración
De ese Amor Soberano que la arrastra
Hacia una inmolación.

Los caminos de Dios son muy secretos
Como es inescrutable su pensar...
¿Qué sabemos nosotros, gusanillos
Del giro eterno de Su Voluntad?...

¡Alma ansiosa de amor y de holocausto
En los altares del Supremo Bien...
Tú escuchaste la voz que oyeron todos
Los mártires gloriosos de la Fe!

¡Y el Hombre?Dios de los amores grandes
Con sus brazos abiertos esperó
Que tu alma feliz que le buscaba
Se entregara en total renunciación!...

El Hombre?Dios, el Visionario Eterno,
Con sus voces sin ruido te dirá
Que a su amor te entregaste para siempre
¡Una vez, nada más!

* * * * * * *

 

 

YO SOÑÉ ...

¡Yo soñé que unas alas muy blancas
Me subían, Señor, hasta Ti,
Y que nunca ya más a la Tierra
Quería venir!...

Arco iris radiantes formaban
Tus divinos santuarios de amor,
Y entre tantos millares de seres
¿No podía también estar yo?

Miré abierto un pasaje azulado
Que llegaba, Señor, a tus pies;
Y en un ¡ay! de suspiro muy hondo
¡La anchurosa distancia salvé!

..............................................

? ¡Yo no quiero volver a la Tierra
Yo no quiero estar lejos de Ti!
Le dije tendiendo mis trémulas manos
Que Él tomó en las suyas llevándome a Sí.

?"Me diste perfumes de nardos y rosas"
Me dijo secando mi amargo llorar.
"¡Aun no es llegado tu día de gloria...
Más rosas y nardos me tienes que dar!"

* * * * * * *

 

 

EL HUERTO SAGRADO

Cortando azucenas la Virgen María
Pensaba en silencio
¡Que preciosas son!....

Sus pétalos blancos parecen que cantan
En vagos rumores la gloria de Dios.
¿Quien os ha vestido de tanta blancura
Con gasas de nieve
Con velos de luz?"

Y el Niño la sigue con pasos queditos
Y le dice: "Madre,
Más blanca eres tú!

Más bellas las flores cuando tú las miras
Tus manos las riegan....
Las besa tu amor....

Las flores no cantan como tu imaginas
¡Oh, Madre!... que es tu alma
La que canta a Dios!

Dame de tus flores, esas que tú cuidas
Con igual ternura
Que si fuera a mí....

Blancas azucenas, rosas encarnadas
Amor y pureza
Que yo encuentro en Ti!"

La Madre le mira, le sonríe y corta
Las gráciles varas
De azucena en flor,

Y el Niño encantado las pone en su pecho,
Flores de su Madre, Él quiere tenerlas
Junto al corazón.

Felices las flores - canta el arroyuelo -
Que lleva en sus brazos
El Niño que es Dios.

Flores que ha regado la Virgen María,
Son arpas que cantan
Al Divino Amor.

Felices las flores - murmuran las brisas -
Que cuida la Madre
Del Niño Jesús.

Sus pétalos vibran de dulce armonía,
Su cáliz irradia
Clarísima luz.

Y entre las penumbras del huerto sagrado
Que la jardinera
cuida con amor,

Se oye a todas horas un laúd que llora,
Que canta, que ríe,
Que suelta a los vientos su dulce
canción.

"Soy flor de tu huerto, Jardinera buena
¡Consuélame, Madre!
Por tu santo amor....

Pon en mí tus ojos misericordiosos,
Que me den tus manos una bendición.
Soy humilde musgo de los senderillos
Que corre siempre
Tu bendito pie....

Dame de tus aguas, Jardinera buena,
Porque tengo sed.
Soy flor de tu huerto que cual todo muere
También moriré....

¡Acógeme entonces en tus dulces brazos
Y con nueva vida
Sé que viviré!"

La Madre escucha la canción alada
Del tierno laúd....

Y sigue en silencio cortando azucenas
Llenando los brazos del Niño Jesús!

* * * * * * *

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