¡Alma hermana y compañera del largo camino!...
Para ti que buscas, sientes y piensas como yo, salen a la luz estos
trémolos del laúd interior, ora como gemidos lastimeros, como suplicas
angustiosas, como resignadas plegarias y, sobre todo, como inquietos
aleteos de Psiquis descontenta de las sombras y trabas que la aprisionan
y anhelante hasta el delirio de la Suprema Belleza que presiente y del
Eterno Amor que adivina.
Si te has forjado un ideal de perfección, de belleza y de inefable amor
que demarque rumbos certeros en tu camino eterno, como la estrella polar
al navegante, comprenderás estas sencillas páginas como te comprendes a
ti misma cuando te agobia la tristeza, cuando te hiere el desengaño,
cuando te lastiman las ingratitudes, cuando te acobarda la incomprensión
de los compañeros de viaje, cuando el desamor de los amados te envuelve
en el sudario helado de la soledad y del olvido; y, también, ¿por que no
decirlo?... ¡las comprenderás cuando entregada a la mediación, con
emocionado fervor, sientes el amor inefable de presencias invisibles que
te traen de los cielos superiores mensajes sin ruido, sin voces, sin
palabras, como el reflejo de estrellas lejanas que quisieran acompañar
tu soledad, iluminar tus sombras, tus perplejidades y apagar con aguas
purificadoras tu sed de verdad, de amor, de conocimiento!...
¡Para ti que has visto brillar en tu horizonte esa estrella de primera
magnitud, plena de luz y de inefables ternuras, el Cristo Instructor y
Guía de esta humanidad, comprenderás, sí, que el alma se lance en pos de
Él como lo mas bello, lo mas puro, lo mas perfecto que haya vivido en
carne de hombre sobre esta Tierra!...
Para ti que buscas ansiosamente la flor exótica del amor sin egoísmos,
sin interés, sin pedir nada a cambio del amor con que te das,
comprenderás, sí, estos delirios del amor, estos éxtasis de ternura, la
entrega absoluta, la confiada esperanza, floreciendo siempre como eterna
rosa viva, a pesar de todas las tristezas, de todas las ruinas, de todas
las certidumbres del humano vivir.
¿Qué más es para ti alma compañera del viaje eterno?...
El deseo intenso y ferviente de que encuentres en las florecillas de mi
huerto escondido la esencia de nardos que necesitas para ungir la
cabeza, las manos y los pies del Hombre-Amor, único que puede decirte
con su voz augusta de Verbo de Dios: "¡Tus pecados te son perdonados
porque has amado mucho! ¡Vete en paz!...
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