(1935)
De estatura baja, cuerpo delgado, conservó
en su vestimenta el largo al tobillo y la sencillez de toda ella. Sin
adornos y maquillajes. Se peinaba el largo cabello hacia atrás,
terminando en un rodete en la nuca, cubriendo su cabeza con el capelo.
De ojos grandes, color negro, mirada leal, sincera, suaves, en los que
no había dobleces.
Manos delicadas, delgadas, dedos largos y finos, hechas para la prosa
y la poesía.
De voz suave y pausada.
De andar ligero, los que la acompañaban debían acelerar
los pasos.
De trato cordial y afectivo.
En la intimidad de su alcoba-escritorio, en las horas de soledad y silencio,
escribía en cuadernillos hechos por ella misma, lo que se ha dado
a conocer como la "Obra de la Fraternidad Cristiana Universal".
Estando los mismos a resguardo del deterioro o manoseo.
Supo enfrentarse, con toda serenidad, a las impertinencias y prepotencias
de inconscientes, dando respuestas cortas y sencillas, con tal lógica
que desarmó a más de un bruto, aun que la procesión
fuera por dentro.
Cumplió a mis ojos y sentir humano con su propia Ley para concretar
la Obra, contra vientos y mareas, soportando bravas tormentas sin claudicar
de su pacto con el Divino Maestro. Siendo el Amor de Él y a Él,
soporte de sus angustias y soledades interiores y exteriores.
Reflexionad que en su Obra trajo nuevamente al Cristo a la Tierra, tal
cual lo sentimos vivir en nuestro corazón.
CON TODO AMOR. H.J.O.C. - colaborador y esposo
de la escritora.
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