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CUMBRES Y LLANURAS. Un Volumen 2 Tomos.  Los Amigos de Jhasua.   Autora: Josefa Rosalia Luque Alvarez (Hilarion de Monte Nebo).
Índice

CUMBRES Y LLANURAS
Los Amigos de Jhasua.
Un Volumen 2 Tomos

Autora:
Josefa Rosalía Luque Álvarez
(Hilarión de Monte Nebo)

ISBN: 950-17-1145-5

De nuevo me coloco a tu lado lector amigo para deshojar silenciosamente las páginas vivas de un pasado radiante que la Eterna Luz conserva en sus Archivos Eternos y que ninguna fuerza humana puede destruir ni adulterar.
Has hojeado hoja tras hoja, "Arpas Eternas" y has bebido hasta la saciedad el néctar divino de la vida más pura y excelsa que ha pasado por esta Tierra como un astro sereno derramando claridad, tibieza de amor, calor de ternuras inefables...
La Eterna Ley permite hoy a este hermano tuyo invisible, ser narrador de otras vidas que al igual que la tuya, estuvieron tejidas de grandes anhelos de superación para acercarse al Divino Ungido, al Cristo, amador eterno de esta Humanidad. Son las vidas de los Amigos de Jhasua que has conocido en Arpas Eternas, que has intimado con ellos hasta llegar a amarlos y a sentir, pensar y querer como ellos sentían, pensaban y querían...
La rosa bermeja del amor al Cristo vive sin marchitarse en tu corazón, y deseas, lo se bien, conocer que hicieron sus amigos discípulos después de su partida a los Reinos de la Eterna Luz y del Amor Eterno.
Por múltiples causas que sería pesado y harto doloroso detallar, los amantes del Maestro Nazareno ignoran en absoluto la historia de los continuadores de su magna obra de redención y de amor en medio de esta humanidad. Sabes lector amigo que el Cristo llegó hasta entregar voluntariamente su vida por sostener en alto su divino ideal; y preguntas con justa razón ¿qué hicieron sus amigos y seguidores cuando Él partió de este plano terrestre?
Algo te dirán los viejos pergaminos que van entregando al mundo idealista las cavernas-santuarios de los solitarios Esenios que en su inquebrantable silencio, fueron los más fieles cronistas del Cristo encarnado. Acaso pensaron que las rocas amigas que les salvaron la vida, y les cobijaron con amor durante tantos siglos, serían más fieles guardianes que los hombres y a ellas confiaron los amados recuerdos, los poemas sublimes de amor y de fe de la epopeya cristiana en su glorioso y a la vez doliente amanecer.
¡Oh desconocidos Esenios!... ¡No pensasteis en que los siglos destruyen, y desmenuzan en polvillo y ceniza lo que os costó largas meditaciones de recordar, admirar y vivir de nuevo todo cuanto vaciabais a los pergaminos silenciosos!...
¡Oh benditas rocas y montañas amigas de los Esenios! Monte Quarantana, Monte Tabor, Monte Carmelo, Monte Hermón, cerros inmensos de Moab, guardianes también de los grandes secretos de Moisés¡. Vosotros sabéis lo que la Humanidad ignora porque la Ley Divina la sabe infiel, mudable, incomprensiva!...
¡Lástima grande que los siglos no sepan respetar lo que vosotros guardáis con escrupulosa fidelidad!
Mas, la Ley Divina con su infinito poderío, conserva en sus alcázares eternos inaccesibles a toda destrucción, a todo engaño, a toda deficiencia, lo que en nuestros planos físicos está obligado a dejar de ser por las muchas causas a que está sujeta la materia corruptible y perecedera.
Alégrate pues conmigo lector amigo, idealista buscador de la Verdad y canta un glorioso aleluya. La Luz Eterna, es la grabadora infatigable de todo cuanto es pensado y realizado en todos los mundos del Vasto Universo. Y es Ella delicada amiga del que busca, pide y espera con sencillo corazón y noble desinterés ver descorridos los velos que le impiden la posesión de la Verdad.
¿No será Ella la que puso un día en los labios del Cristo encarnado en Nazaret aquellas sugestivas palabras que nos ha trasmitido la tradición: "Pedid y recibiréis. Buscad y encontrareis. Dios da su luz a los humildes y la niega a los soberbios"?
Viste pues la túnica blanca de los festines sagrados de los Esenios montañeses, y recibe con amor lo que con amor te brinda este hermano invisible que ha buscado y encontrado para ti en los Archivos de la Luz Eterna, esta perla escondida que poseyeron los solitarios de la Palestina y que ahora Poseerás tú: La realización del pensamiento del Cristo en el amanecer del Cristianismo.

 

 

 

 

 

 

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