LAS OBRAS DE F.C.U.: FUENTE DE SABIDURÍA, LUZ Y AMOR
En el capítulo titulado “Bohindra y Ada” de “Orígenes de la Civilización Adámica”, podemos apreciar una lección maravillosa cuando, en una de sus confidencias con la Reina Ada, Bohindra le dice: “El amor llevado a tan excelsas alturas, proporciona el máximo de luz y felicidad al espíritu encadenado a la materia y le hace vivir, aún en planetas inferiores como éste, la vida que se vive en los elevados mundos del amor puro y perfecto, donde los seres surgen a la vida por la energía creadora del pensamiento y de la voluntad, obrando al unísono con la materia viva, incomparablemente más fluida y sutil que la de los mundos inferiores”
El avanzado desarrollo evolutivo del espíritu de Bohindra, le permite una manifestación que él ha entrevisto del futuro de la humanidad, cuando la purificación alcanzada tras sucesivas etapas de perfeccionamiento, se muestre en la espiritualización de la materia, es decir, cuando esa purificación y perfeccionamiento, sutilice la densidad de la misma, haciéndola más fluida y, por lo tanto, más maleable a las ondas de las energías creadoras emitidas por el pensamiento y la fuerza de la voluntad de los seres ya muy avanzados en sus respectivos desarrollos evolutivos.
Así, el amor sublimado en la mayor pureza, permitirá que surjan a la vida seres cada vez más perfectos en sus concepciones y adelantados en los senderos de la Ciencia de Dios y de las almas. (*)
El amor puro y perfecto de Bohindra y su compañera, la Reina Ada, les ha permitido entrever esos mundos purificados donde las pasiones animales han quedado desterradas para siempre; por eso, son mundos de luz, de paz y de amor, a los que el Divino Maestro denominaba como “el Reino de los Cielos” o “El Reino de Dios”.
(*): Pietro Ubaldi, el gran filósofo y científico ítalo-brasileño, explica claramente este proceso por el cuál, la Ley de Evolución impele a los seres a la gradual sutilización o espiritualización de la materia densa, en su obra fundamental titulada: “La Grande Síntesis”. P. Ubaldi, espíritu de la Santa Alianza del Cristo, es mencionado como tal, en “Llave de Oro”.
Y en “Arpas Eternas”, el capítulo “La Castellana de Mágdalo”, nos ofrece unos diálogos sublimes entre Jhasua y algunos de sus discípulos, cuando acuden para realizar la primera visita del Maestro al Castillo de Mágdalo.
“Oh, misterios de Jehová, exclamó Pedro. ¡Las almas como golondrinas viajeras van y vuelven a buscar el alero de la choza, o las almenas del castillo que habitaron, para formar de nuevo el nido con igual amor y perseverancia!”
“Los secretos de Dios son sublimes, dijo Zebeo, ¡y cuán pobre y mezquina es la humanidad que no lo comprende!”
“¡Es una niña ciega! ¡Compadezcámosla!” – dijo el Maestro.
“¿Acaso ha reconocido a Elías vencedor de Jezabel, en el Solitario del Jordán, luchando de nuevo con aquella malvada reina, que en esta hora se llama Herodías?”.
“¡Qué espeso velo se descorrió ante nuestra vista desde que estamos a tu lado, Maestro!” – exclamó Juan. “Todo esto lo comparo a una hada buena que de tanto en tanto nos trae ropas nuevas para dejar las viejas”.
“Tu símil es exacto Juan, sólo que a veces la vestidura nueva trae las fallas del telar de dónde salió, y el alma ha de luchar heroicamente para curar los desperfectos hasta ponerse a la altura de la evolución conquistada anteriormente.”
Cada nuevo cuerpo material que un espíritu anima para proseguir su desarrollo evolutivo, proviene de dos potencialidades que se fusionan para su concepción en el seno materno, en este caso, el telar que menciona el Maestro. Y la nueva vestidura – el cuerpo – trae a veces las fallas de esa concepción (taras hereditarias), con las cuáles el espíritu encarnado tendrá que luchar heroicamente para superarlas y poder alcanzar el nivel evolutivo conquistado antes, para luego proseguir el rumbo señalado por su Yo Superior en cumplimiento de la nueva etapa emprendida en el mundo de las densas materias. En ella, el nivel de desarrollo de la conciencia y las facultades inherentes al espíritu, será la verdadera y única riqueza que él ser llevará a los planos espirituales como un tesoro incorruptible, un capital propio, que tendrá como aporte meritorio en cada uno de los ciclos de perfeccionamiento que la Ley Superior le presente para su consolidación en la Luz del Conocimiento y en el Amor, que es la esencia fundamental de esa Ley Suprema.
A esto se refería el Maestro cuando recomendaba: “No os afanéis por acumular riquezas perecederas en la Tierra, adónde la polilla las horada, el orín las corrompen y los ladrones las roban. Haced con vuestras obras tesoros para el cielo, donde no se corrompen ni llegan los ladrones a robarlas”.
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En el capítulo titulado “Los Misterios Divinos” de “Moisés, el Vidente del Sinaí”, destaca una enseñanza de enorme profundidad para que la analicemos fibra a fibra con el pensamiento puesto en nuestros Guías y Maestros: Moisés junto al Faraón Ramsés II, dice: “Ya tengo escrito mi Libro de los Principios, que tú puedes leer Faraón, pero que también quedará detrás de la puerta cerrada para muchos que no llegan a comprender ese algo supremo, divino y eterno que no ha comenzado nunca porque siempre fue.”
-(Faraón)- “¿Lo comprendes acaso tú, Osarsip?”
-(Moisés) - ¡Faraón!... Enrollemos el papiro y doblemos la frente al polvo de que estamos formados. Sólo nos es permitido en nuestra Tierra, amar a lo que es vida de nuestra vida, luz de nuestros inciertos caminos, y descanso en las horas pesadas de viajeros eternos…”
“Moisés y el Faraón guardaron un largo silencio porque ambos cayeron de hinojos ante la puerta cerrada del “Hortus Conclus” eterno, adonde ningún espíritu encarnado en la Tierra ha podido penetrar hasta hoy.
Más adelante… ¡Quién sabe!”…
Este pasaje de la Obra, nos habla con su voz silente del enigma más potente para el alma humana que todavía hoy no ha podido descifrar:
El Eterno Infinito… el Absoluto… la Energía Eterna, la Luz Increada… que es ese “Huerto Cerrado” impenetrable para el hombre terrestre… pero, asimismo, nos ofrece una gran esperanza cuando dice: “Más adelante... ¡Quién sabe!”...
Todas las almas aspiramos a la unión con la Divinidad que nos da el don de la vida. Es la búsqueda continua, desde el más primitivo embrión, hasta el espíritu esclarecido. La unificación con la Esencia Primigenia, la Energía Eterna y la Luz Increada, es la meta de toda alma, y la motivación de su largo caminar hasta encontrarla.
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Las ropas desteñidas,
desnudas las espaldas,
en el dintel de oro de la puerta,
dos ángeles velaban.
Me aproximé a los hierros
que defienden la entrada,
y de las dobles rejas en el fondo,
la vi confusa y blanca.
La vi como la imagen
que en leve ensueño pasa,
como rayo de luz tenue y difuso
que entre tinieblas nada.
Me sentí de un ardiente
deseo llena el alma;
como atrae un abismo, aquel misterio
hacia sí me arrastraba.
Mas, ¡ay!, que de los ángeles
parecían decirme las miradas:
“¡El umbral de esta puerta
solo Dios lo traspasa!”
Gustavo Adolfo Bécquer
Poeta español
1836 - 1870
Queridos Hermanos: para todos un abrazo fraternal, y que la Luz y el Amor inefable del Divino Maestro sea siempre con vosotros.-
carlosalejandro.-