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EL MONTE DE LAS ABEJAS ? COMO TÓRTOLOS ENTRE PEÑAS
Publicado: Mon Jun 13, 2005 11:08 pm
Adryana
Moderador
Registrado: Apr 16, 2004
Mensajes: 102
Ubicación: Argentina
EL MONTE DE LAS ABEJAS ? COMO TÓRTOLOS ENTRE PEÑAS Orígenes de la Civilización Adámica ? Tomo IV Pág. 227 y 238? Editorial Kier ? Argentina
Queridos hermanos
En estos Capítulos he encontrado tanta belleza espiritual y tan profunda Enseñanza de entrega sin egoísmos ni mezquindades, que he querido compartir con Uds. algunos pasajes que me han hecho sentir en el corazón dulces vibraciones de amor, perfumadas de aromas que no son de este mundo.
Las dejo aquí, con la intención de que al leerlas, esas vibraciones llenen también vuestros corazones.
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De vuelta a la Paz, después del largo viaje que había emprendido, Abel decide hacer una parada de algunos días en el Atica.
Debía visitar allí, en el Monte de las Abejas, a aquellos solitarios fieles a la doctrina del Maestro atlante, Antulio, los Dactylos.
"En el Monte de las Abejas, en el Ática, se encontraban, como formando parte de mármoles, de aquellos torrentes de aquella exuberante naturaleza, hermanos gemelos suyos: ¡Los Dactylos, lienzos vivos en que palpitaba todavía a través de los siglos, la doctrina de Antulio, el filósofo de Manha-Ethel, la perla escondida en las profundidades del mar Atlante! ¡Los Dactylos! ¡los solitarios de los montes de mármol coronados de olivos y cipreses! ¡los cofres vivos que encerraban la sabiduría de Antulio, el profeta, el médico inmortal, que curaba los cuerpos y sanaba las almas!....
Por circunstancias diversas, esa vida del Mesías de la Tierra había quedado casi desconocida para los hombres. Y los Kobdas necesitaban completar sus grandiosos archivos, resolver puntos oscuros en la historia de la evolución humana. Los Dactylos perseguidos y muertos cuando la destrucción horrenda de Hissarlik, avasallada por los nuevos y poderosos soberanos sardos, se ocultaban en las grutas de los blancos peñascos no queriendo confiar a nadie sus grandes secretos del pasado.
-Cuando el profeta Antulio vuelva a la tierra, todas las cosas serán puestas a la luz del sol ?contestaba a alguno que otro misionero Kobda que acertaba a encontrarles en sus grutas abiertas al borde de los torrentes.
Antulio había vuelto a la tierra y aquellos libros cerrados, aquellas sombras mudas hablarían por fin."
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"Era poco antes del mediodía y una clara luz animaba el agreste paisaje.
Los Kobdas sentados en las ramas de los árboles. A treinta brazas del agua que mecía la chalupa, esperaron.
-Yo soy el más viejo ? decía el Notario ? inspiraré quizá mayor confianza ? y agitando la banderilla decía en la lengua usada por los antiguos Samoyados que era la hablada por los Dactylos.
"Vuestros hermanos, los Kobdas de Neghadá sobre el Nilo, os traen a Antulio encarnado entre ellos".
Al poco rato vieron salir de entre el espeso follaje veinticinco banderillas color de oro pálido, cuyas ondulaciones nerviosas parecían demostrar en un mudo lenguaje la gozosa alegría que hacía temblar las manos ancianas que las agitaban.
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"Dentro de la carroza-jaula bajaba uno de los Dactylos para ayudarles a subir.
Vestía túnica color oro, una cinta azul ceñía su frente en forma de corona de la cual pendían dos borlas hacia atrás.
Tenía en su diestra una copa de mármol blanco en la cual vertió dorado jugo de uvas que traía en una redoma colgada del cuello:
-¡No habléis! ?dijo, y entornando sus dulces ojos pardos esperó un momento. Un oleada de intensa emoción se esparció tan formidable por toda aquella montaña, que los Kobdas no podían casi contener las lágrimas.
-¡El Maestro está aquí! ?exclamó de pronto cayendo de rodillas ante Abel, que era el más joven de todos y que estaba hacia un lado del círculo formado alrededor de la aérea carroza.
Y le ofrecía la copa rebosante de vino.
-¿Conocéis, Maestro, esta copa? ?preguntó el Dactylo con voz temblorosa por la emoción.
Abel la miró y vio en ella el monograma atribuido a Antulio: una antorcha sostenida por dos mano unidas cuyo significado era: "de la oración brota la luz".
-Es la copa en que Antulio bebió la muerte.
-Es la copa en que bebisteis la inmortalidad ?contestó el anciano, que ya levantando por Abel se abrazaba a él llorando como un niño, mientras decía:
-Ahora, podemos morir los últimos Dactylos que quedaban sobre la tierra, porque el Maestro Antulio ha bajado de los cielos infinitos con su antorcha de sabiduría y de amor que nadie puede apagar.
Se desprendió de él para responder a un silbido prolongado venido desde la cima del monte.
-Es señal ?dijo a Abel ?sentaos pues, que la carroza va a subir.
El joven Kobda obedeció sin replicar y apenas el anciano había cerrado la portezuela, se vio a la jaula subir balanceándose sobre el abismo, no sin que algunos de los Kobdas pensaran con cierto temor:
-¡Qué desastre si se rompieran las cuerdas!
Captado tal pensamiento por el sensitivo Dactylos, dijo:
-No temáis nada, que esas cuerdas resisten tres veces el peso de un hombre corpulento.
-¡Pero aquí vivís entre el cielo y la tierra! ? exclamó Kerlés, siguiendo con la vista la carroza-jaula que se iba empequeñeciendo a medida que subían."
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Ya todos se encontraban (Dactylos y Kobdas), en la gran explanada en aquel Monte de las Abejas.
Todos compartían sus emociones más profundas, a tal punto sentidas que aquellos veinticinco ancianos lloraban sobre las manos de Abel y las cubrían de besos?
COMO TÓRTOLOS ENTE PEÑAS
Así decía y repetía Abel, una y muchas veces, a sus hermanos del Monte de las Abejas que en aquellas comarcas fueron más conocidos por el nombre de su fundador, Dactylos, el único príncipe atlante que siguió abiertamente las doctrinas de Antulio y que por ser hijo de uno de los Sacerdotes del Templo de Anfión en Orozuma, donde el filósofo fuera consagrado Maestro de Alta Filosofía y Ciencias Médicas, se vio perseguido de muerte a raíz de la desaparición del Maestro.
A bordo de un barco mercante llegó a las montañas del Atica sin más bienes de fortuna que un gran cofre de encina, en que guardaba la túnica y manto de su Maestro con el gran cartapacio en que había copiado sus principales discursos sobre Astronomía, Ciencias Naturales, Medicina y sobre todo, sus lecciones sublimes sobre la Ciencia Divina del Supremo, del Infinito, del Atman Soberano en relación directa con los seres todos del Universo.
Y él le llamaba "Mi cofre de tesoros". Huyó solo para no arrastrar en su incierta vida de vagabundo aventurero a ninguno de sus compañeros de ideología, Con su peculio particular había sido, casi exclusivamente, el sostenedor de la Escuela Filosófica del Gran Maestro, a cuya madre despojada por odio sectario contra su hijo, dejó Dactylos el producto de la venta de cuanto él poseía en Manha-Ethel.
Con el alma deshecha por los mil y mil desengaños que recogiera entre los mismos compañeros que a la muerte del maestro cometieron deplorables desaciertos, quiso buscar su sosiego y su paz poniendo el mar de por medio y encubriendo su procedencia nobiliaria de Atlántida, manifiesto en nombre de Hilcar II de Tapalkén, bajo el oscuro nombre de Dactylos que en los significados que podía aplicarle en lenguas de su país quería decir: Ignorado.
El buque mercante que le conducía terminaba sus viajes periódicos en una de las más importantes ciudades del Atica prehistórica, que denominaban Hélade y que se levantaba más o menos en la llanura en que se extendió muchos siglos más tarde la gran Atenas de la Grecia Continental Antigua.
Allí vivió Hilcar II de Tapalkén ? Dactylos ? durante algunos meses en la casa del padre del Capitán del barco mercante que lo condujo hasta esas tierras.
Siempre fue fiel servidor de su Maestro en cumplimiento de la promesa hecha a Él Fundó allí, con cinco niños que "encontró" en estado de total abandono y muy golpeados por todos los dolores que a tan temprana edad habían sufrido, una Escuela para el cultivo del alma y de los valores en los que debían fundamentar sus vidas.
Fueron sumándose otros muchos que hasta allí llegaban, en las mismas condiciones que los primeros.
Los relatos que los Dactylos hicieron a Abel y a los Kobdas que le acompañaban, llenaron de dulces emociones sus corazones. Tanto amor desplegado para con el prójimo tan desinteresadamente, sin egoísmos de ninguna naturaleza, dejó a todos como sumidos en hondas vibraciones de sutiles armonías.
"Abel hondamente consternado tomó entre las suyas las blancas manos del anciano relator, y acercándose a él y mirándolo al fondo de los ojos, le dijo con una voz de inspirado:
-¡Tú eres Hilcar II de Tapalkén, discípulo de Antulio que le acompañó a la muerte y recogió sus últimas palabras!
-'Sí yo soy! ?exclamó el anciano con la voz temblorosa de emoción y cayendo de rodillas ante el joven Maestro que le levantó entre sus brazos.
- Es Dactylos ?repitieron los ancianos solitarios mientras el aludido abrazado de Abel sollozaba silenciosamente.
De los ojos entornados del joven Maestro caían dos hilos de lágrimas que iban a perderse en la blanca cabeza que estaba recostada en su pecho,
-He cumplido mi juramento, Maestro- decía el anciano -. ¡Dadme ahora vuestro permiso para entregar esta urna a la tierra!
-¡Todavía no! ?exclamó Abel- porque ahora empieza el festín.
Tan fuerte había sido la alianza que desde aquella lejana época llevaban dieciocho vidas consecutivas entre los solitarios del Monte de las Abejas. De los cuarenta Dactylos que había casi todos habían realizado varias vidas entre ellos, pero aquellos cinco primeros habían batido el récord de la fidelidad a un pacto en aras de un sagrado ideal: mantener encendida la antorcha de Antulio entre los hombres hasta su nueva venida.
¡Y habían pasado dos mil doscientos años!
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He aquí los párrafos que tan profundamente me han conmovido.
Entrega absoluta a los pactos inquebrantables en seguimiento del Ideal traído a esta humanidad por nuestro Maestro, El Mesías, El Cristo del Amor, la Justicia y la Verdad.
¡La Divinidad se derrama en infinitas ternuras sobre las almas que concientes de su tarea, siguen el sendero hacia la Luz!
¡Que la Luz del Divino Maestro nos ilumine siempre!
EL MONTE DE LAS ABEJAS ? COMO TÓRTOLOS ENTRE PEÑAS
Publicado: Mon Jun 13, 2005 11:27 pm
carlosalejandro
Moderador
Registrado: Jun 13, 2004
Mensajes: 199
Ubicación: Argentina
Querida Adry:
Bellísimo el pasaje de "Orígenes" que has transcripto, es de una honda emotividad, y su grandeza es tal, que pienso que en esta etapa de la evolución terrestre, nos faltan muchos ciclos para llegar a ser como esas personalidades: Kobdas y Dacthylos, en ese encuentro único en el Monte de las Abejas con el Maestro de los Maestros otra vez en la carne y junto a ellos, sus fidelísimos discípulos que aguardaron su regreso por dos mil doscientos años, sin claudicar jamás, sin impaciencias, con gran serenidad y firme-za en la Fe y en la Esperanza. Es conmovedor al máximo, ojalá podamos imitarles aunque sea un poco, lo más y mejor que alcancemos en ese camino de ilimitado Amor.
Las abejas, que son ingenieros químicos en manos de las Inteligencias Guías de la Naturaleza, fueron testigos privilegiados de ese sublime encuentro... ¡Cuánta miel maravillosa habrán elaborado para sustentar a esos cuerpos, urnas vivas de tan elevadas almas!.......
Te hago llegar un fuerte abrazo fraternal.-
carlosalejandro.-
_________________ Carlos V.
EL MONTE DE LAS ABEJAS ? COMO TÓRTOLOS ENTRE PEÑAS
Publicado: Sat Nov 18, 2006 6:02 pm
carlosalejandro
Moderador
Registrado: Jun 13, 2004
Mensajes: 199
Ubicación: Argentina
Querida Adry:
Al releer este escrito tuyo, sobre el emotivo pasaje de "Orígenes" en el que se relata el reencuentro del Maestro Antulio - ahora Abel - con su gran Discípulo Hilkar de Talpaken, en el Monte de las Abejas (Monte Himeto en Grecia), volví a experimentar una sensación muy fuerte acerca del rol de las abejas, no sólo en ese Monte, si no también en lo concerniente a la vida humana.
Entre las maravillas de la Naturaleza, que son incontables, estos diminutos insectos son una, quizás, de las mayores. Son como pequeños agentes alquimistas puros que elaboran su producto, la miel, libando el néctar de las flores. Son poesía alada, y realidad de vida. Por algo los dioses del Parnaso, se alimentaban de hidromiel, según la leyenda griega. La miel tiene la potencia propia de lo natural cuando es pura, y posee cualidades energéticas que dan la salud al cuerpo, y la claridad a la mente.
Es energía divina, fuerza cristónica concentrada en sus moléculas y en los átomos que las conforman. Es un regalo de Dios para el disfrute del hombre. Los Kobdas, los Dacthylos, los Esenios, todas las Escuelas de Divina Sabiduría, tenían a la miel en lugar muy destacado para la alimentación de los discípulos del Espíritu Luz.
Así lo señalan las Obras en muchos de sus relatos.
¡Cuántas veces la miel dio su fortaleza al cuerpo del Maestro!
EL CANTO DE LA MIEL
La miel es la palabra de Cristo,
el oro derretido de su amor.
El más allá del néctar,
la momia de la luz del paraíso.
La colmena es una estrella casta.
pozo de ámbar que alimenta el ritmo
de las abejas. Seno de los campos
tembloroso de aromas y zumbidos.
La miel es la epopeya del amor,
la materialidad de lo infinito.
Alma y sangre doliente de las flores
condensada a través de otro espíritu.
(Así la miel del hombre es la poesía
que mana de su pecho dolorido,
de un panal con la cera del recuerdo
formado por la abeja de lo íntimo)
La miel es la bucólica lejanía
del pastor, la dulzaina y el olivo,
hermana de la leche y las bellotas,
reinas supremas del dorado siglo.
La miel es como el sol de la mañana,
tiene toda la gracia del estío
y la frescura vieja del otoño.
Es la hoja marchita y es el trigo.
¡Oh divino licor de la humildad,
sereno como un verso primitivo!
La armonía hecha carne tú eres,
el resumen genial de lo lírico.
En ti duerme la melancolía,
el secreto del beso y del grito.
Dulcísima. Dulce. Este es tu adjetivo.
Dulce como los vientres de las hembras.
Dulce como los ojos de los niños.
Dulce como las sombras de la noche.
Dulce como una voz. O como un lirio.
Para el que lleva la pena y la lira,
eres sol que ilumina el camino.
Equivales a todas las bellezas,
al color, a la luz, a los sonidos.
¡Oh! Divino licor de la esperanza,
donde a la perfección del equilibrio
llegan alma y materia a la unidad
como en la hostia cuerpo y luz de Cristo.
Y el alma superior es de las flores,
¡Oh licor que esas almas has unido!
El que te gusta no sabe que traga
un resumen dorado del lirismo.
Federico García Lorca
Poeta y dramaturgo español.
(1898 - 1936)
Adriana: ¡que mejor homenaje a las flores, a las abejas, a la
luz, y a la miel, que este poema del genio granadino!
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