¿Todavía no tienes una cuenta? Puedes crearte una. Como usuario registrado tendrás ventajas como seleccionar la apariencia de la página, configurar los comentarios y enviar los comentarios con tu nombre.
En cierta ocasión comenzó Jesús a enseñar junto al mar, y se reunió alrededor de él mucha gente. Había tanta que tuvo que subir a una barca. Se sentó en ella y mientras toda la muchedumbre permanecía en tierra junto al mar comenzó a hablarles sobre el reino de dios y les dijo:
Un sembrador salió a sembrar y al hacerlo una parte de la semilla cayó a la vera del camino, y vinieron las aves del cielo y se la comieron. Otra parte cayó entre pedregales, donde no había mucha tierra y brotó pronto porque la tierra no era profunda. Cuando salió el sol, se quemó y como carecía de raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos y los espinos crecieron y la ahogaron de tal manera que no llegó a dar fruto. Sin embargo, hubo otra parte que cayó en buena tierra, y dio fruto, porque brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.
Al terminar el relato les dijo: El que tenga oídos para oír, que oiga.
Cuando Jesús se quedó sólo, los que estábamos cerca de él le preguntamos por el sentido de aquellas palabra, entonces Jesús nos dijo: a vosotros os es dado conocer el misterio del reino de Dios pero a los que están fuera les enseño todo recurriendo a historias, para que aunque vean, no perciban y aunque oigan, no comprendan a menos que cambien de mente y así se les perdonen los pecados.
Debéis entender esta historia para que podáis comprender las otras:
El sembrador es el que siembra la palabra de Dios.
Los que están junto al camino son aquellos en quienes se siembra la palabra, pero apenas la han escuchado viene el diablo y les arranca la palabra que se sembró en sus corazones.
Los que fueron sembrados en pedregales son los que escuchan la palabra e incluso la reciben con alegría, pero carecen de raíz y por eso perseveran poco. Apenas llegan las dificultades o sobreviene la persecución por causa de la palabra, tropiezan y huyen.
Los que recibieron la semilla entre espinos son aquellos que oyen la palabra, pero la ansiedad del mundo en que vivimos, y el engaño de las riquezas, y el deseo de otras cosas penetran en ellos y ahogan la palabra de tal manera que no da ningún fruto.
Por último, están aquellos que recibieron la semilla en buena tierra. Esos son los que escuchan la palabra y la aceptan y dan fruto a treinta, a sesenta y a ciento por uno.
Ante este mensaje, la humanidad ha respondido históricamente de manera similar a esta parábola del sembrador pero, sea cual sea la elección de cada quien, persiste la tremenda pregunta de Jesús: ¿de qué le sirve a alguien ganar el mundo si en ello pierde su alma?
Puede publicar nuevos temas en este foro No puede responder a temas en este foro No puede editar sus mensajes en este foro No puede borrar sus mensajes en este foro No puede votar en encuestas en este foro